miércoles, 14 de marzo de 2012

Observar para aprender

Observar. (Del lat. observāre).
1. tr. Examinar atentamente. Observar los síntomas de una enfermedad. Observar el movimiento de los astros.
2. tr. Guardar y cumplir exactamente lo que se manda y ordena.
3. tr. Advertir, reparar.
4. tr. Mirar con atención y recato, atisbar.
Fuente: RAE (Real Academia de la Lengua Española)
5. tr. Mirar y escuchar con atención, interés y empatía (CECP)

¿Quién no se ha parado a observar una cazadora o un abrigo en un escaparate? Miramos ese objeto, esa prenda de vestir de arriba a abajo. El color es lo primero que nos entra por los ojos, miramos los bolsillos, el corte, y más detenidamente quizás observemos los detalles más pequeños como las costuras, los dibujos de los botones. Minuciosamente vemos el conjunto de la prenda e imaginamos incluso cómo nos quedaría puesta... sin darnos cuenta nos hemos quedado un rato observando algo que nos ha llamado la atención.

A los perros les sucede lo mismo con una bolsa de plástico movida por el viento, con las hojas que caen de un árbol, con una bicicleta que pasa, con unos ladridos que apenas nosotros escuchamos, el sonido de una moto, etc.. ellos se paran, y se quedan quietos a observar y a escuchar esas cosas, cosas que suceden muy cerca de ellos, a un palmo de sus hocicos y casi siempre por encima de ellos. Nosotros, metro y medio más arriba, muchas veces no nos damos cuenta, no tenemos idea alguna de su percepción y de lo importantes que son estas nimiedades para ellos. Sería interesante observar a nuestro perro cuando caminamos con él y ver cómo reacciona frente a esos estímulos que para nosotros parecen tan normales e inofensivos. Es un trabajo sencillo que todo propietario debería hacer en el día a día para conocer a su perro mejor, en vez de sólo reconocer (y quejarse de) los síntomas de problemas que comenzaron con un tirón de la correa cuando el perro estaba observando a otro perro en un momento de excitación, seguramente en ese momento estaba ladrando y no hemos escuchado lo que nuestro perro nos decia. Si los síntomas son evidentes no estamos empezando a tener un problema, realmente, el problema ya estaba desde hacía un tiempo.

La falta de observación de esos pequeños detalles (los dibujos de los botones del abrigo que
nos gusta) y el no escucharle, hace que muchos perros se vean constantemente sometidos a situaciones que no son capaces de gestionar. Situaciones que, por la falta de observación y comprensión, quedan "solucionadas" con un tirón de correa: el perro que al llegar al paso de peatones, se sienta y gira la cabeza a un metro escaso de los coches y que cuando el semáforo se pone verde para dar paso a los peatones se queda estático, no se mueve, pero el tirón de la correa le obliga a enfrentarse a su propio miedo en una situación que no controla, no comprende ni sabe gestionar.

Vivir a más de metro y medio del suelo y no observar qué está sucediendo en el mundo en el que viven nuestros perros, a su altura, ese mundo que se mueve (por lo general) a menos de medio metro del suelo, hace que muchos de los problemas que desarrolla un perro se deban a exposiciones descontroladas a estímulos que producen una emoción algo desagradable (por lo general miedo), para luego seguir sometiendo inconscientemente al perro a exposiciones reiteradas a esos estímulos que con el tiempo provocan respuestas y comportamientos que se consideran "anormales".

Las señales que nuestro perro nos envía (su lenguaje corporal y ladridos) nos dan pistas muy claras sobre qué está sucediendo. No hace falta hablar de un comportamiento de huída como salir corriendo en sentido contrario al paso para cruzar y los coches (que aún siendo una señal clarísima de que algo no va bien no se tiene en cuenta por muchos propietarios que siguen tirando de su perro para cruzar), basta pensar en el perro que está sentado frente al paso de los coches y mantiene la cabeza girada intentando evitarlos. Debemos ver, observar y entender esas señales que el perro nos envía, interpretarlas como lo que son, comunicación, una expresión de su estado de ánimo.

Otro ejemplo de lo duro que resulta vivir tan cerca del suelo puede ser la típica terraza de verano. ¡Qué divertido es, con nuestras cervezas y algo para picar en la mesa rodeados de gente que va y viene! ¿Hemos mirado por debajo de esa mesa para observar qué sucede, cómo se encuentra nuestro perro? Patas de mesas, sillas que se mueven, algún vaso que se cae y gente pasando de un lado a otro. 
A los pies de un grupo de gente que disfruta de su almuerzo nos podemos encontrar con un perro nervioso sometido a una situación muy estresante que comienza a reaccionar a estímulos que hasta entonces no le creaban ningún problema. Supongamos que antes de llegar a la terraza ha tenido que enfrentarse al paso de peatones...

Podemos hacer un sencillo ejercicio de observación saliendo a la calle sin nuestro perro, imaginando cómo se ven las cosas a su altura, los coches, los árboles, las bolsas de plástico, los niños, las bicicletas, el parque donde se junta con otros perros... Y cuando salimos con él, no es tan difícil observarle, observar sus comportamientos, sus reacciones, en vez de despreocuparnos hablando con el móvil, mirémosle, observémosle. En casa, no es tan difícil ver dónde está tumbado y no pisarle o pasar de malas formas por encima de él (cosa que suele hacer que se levante y además tropecemos).. imaginad que un gigante viene hacia vosotros como si os fuera a aplastar. Observad vuestro nerviosismo del día a día y la sutileza del lenguaje canino. No escucharle, no observarle, sólo levanta un muro entre el humano y el perro, un muro que evita la comprensión y la comunicación, un muro que hará que el perro "grite" mediante comportamientos "anormales".

Pararnos a observar qué nos cuenta nuestro perro solamente cuando nos echamos encima de él para acariciarlo, algo que nos parece tan bonito y que tanto gusta a la gente en general (acariciar a cada perro que se encuentran por la calle) no es suficiente ¿Has observado qué hace tu perro en esa situación?. Si miráramos a nuestro perro igual que aquel dibujo del botón de la cazadora que estábamos viendo en el escaparate, si nos parásemos a mirar con atención, interés e empatía para examinar atentamente al perro llegaríamos a descubrir muchas señales tan sutiles como un leve pestañeo.

No se trata de dar ejemplos s
i no de dedicarnos un poco a observar y escuchar a nuestro perro para aprender y encontrar no diez sino cien ejemplos y conocerle un poco mas, seguramente llegaríamos a una comprensión más clara de cómo es nuestro perro, sabríamos qué le gusta y qué no, qué cosas hacemos sin darnos cuenta que le intimidan o le excitan en exceso. Observar, observar y observar, comprender a nuestro perro y aprender de él.

Pero mientras que el perro recule en el paso de peatones y se siga tirando de él para cruzar, porque estamos hablando por el móvil, mientras vamos camino de una terraza en la
que estaremos más de media hora, y luego nos vayamos de compras a por ese abrigo del escaparate de una tienda en la calle mayor de la gran ciudad,... el sometimiento de los perros a las situaciones que les crean miedo seguirá siendo ignorado, mientras que el perro con un simple giro de cabeza que realizó el primer día que se vio en alguna de estas situaciones ya nos dijo: "con calmita yo aprenderé, pero dame tiempo".

Autoexposición (Imagen de CECP)



Por CECP

4 comentarios:

  1. Un post genial. Todo propietario responsable debería hacer, de vez en cuando, el ejercicio de empatía de mirar y ver la realidad desde la perspectiva de su perro. Seguro que empezábamos a entender su realidad de otra manera.

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  2. enorabuena!! es fabuloso..

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  3. maravillosamente expresado... ojalá quisiéramos saber...

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