El día que llega un perro a nuestra casa, hayamos tenido antes o no, sea el primero, o venga a acompañar a otro/s con los que convivamos, es un día de alegría, felicidad y despreocupación. Según va pasando el tiempo, es cuando empezamos a descubrir el "infierno" de haber traído un nuevo miembro a la familia. Aparecen algunos problemas que enseguida nos parecen un mundo, problemas que además la gente intenta resolver por su cuenta y por lo general con castigos, por lo que no hacen más que agravar la situación y el problemilla se convierte en un "problemón".
- Pis en casa. Los perros tienen que evacuar, sí o sí y por suerte, son seres limpios por naturaleza. Si miccionan en casa, es por algo, pero nunca por fastidiarnos. ¿Sale suficientes veces a la calle? ¿Tiene sus rutinas bien definidas? ¿Hay algún problema físico? ¿Está tomando algún tipo de medicación? En vez de regañarle por hacerlo (cuya única consecuencia suele ser que lo siga haciendo pero a escondidas), piensa en qué puede estar pasando y actúa en consecuencia.
- Destrozos en casa. Los cachorros tienen que explorar y descubrir el mundo en el que viven y lo hacen usando la boca. Cuando lleves un nuevo perro a casa, pon la casa a "prueba de cachorros" retirando todo aquello de valor que no quieres que coja así como cualquier cosa que pudiera ser peligrosa para él. Otra causa de los destrozos (tanto en cachorros como en perros adultos) puede ser el aburrimiento, así que procura que tenga juguetes adecuados que le permitan entretenerse. También son comunes los destrozos cuando hay problemas de ansiedad y estrés, en este caso, es mejor que consultes con un profesional que diseñe el programa adecuado para tu perro.
- Ladridos. Nosotros hablamos, y los perros ladran. Es un hecho, es su forma de comunicarse verbalmente. Que un perro ladre es normal y por lo general, si cronometráramos cuánto tiempo ladra nuestro perro seguramente nos sorprenderemos de lo poco que lo hace (en segundos) y lo largo que nos puede llegar a parecer. Si realmente al cronometrarlo sale mucho tiempo, quizás haya algún problema. Puede que el perro tenga miedo, puede que simplemente nos llame la atención, puede que esté avisando de un peligro, puede que tenga dolor, puede que esté muy excitado... lo que siempre es contraproducente es regañarle por ladrar, conseguirás que ladre más aún.
- Se para a olerlo todo en la calle. ¿Y qué? Los perros perciben el mundo en olores, aunque son animales muy visuales, cuando están tranquilos y quieren explorar, usan su nariz. El mayor problema con este "problema" es que siempre queremos ir corriendo, nos cuesta ser capaces de estar 20 segundos sin movernos ni hacer nada. Tenemos que entender que cuando salimos a pasear con nuestro perro salimos a acompañarle, el paseo debe ser para él, para su disfrute físico y mental. Si él para, párate, si él anda, anda tú, síguele y permítele disfrutar de SU paseo.
- Tira de la correa. Los perros pueden tirar de la correa por varias razones, una de ellas es por miedo (intentan ir deprisa como escapando de lo que les causa temor) y otra, quizás la más común, porque nosotros les seguimos. Si estás en la primera opción, habla con un profesional. Si el caso es la segunda, hay un sencillo ejercicio para cambiar esta actitud: no sigas a un perro que tira de la correa. Si tira, paras, y cuando afloje, le sigues hacia donde él quiera ir.. ya verás como pronto comprende que solo avanzará cuando no haya tensión.
- En la calle no me hace caso, no viene cuando le llamo. En la "llamada" se suelen cometer varios errores. El primero, llamar demasiado al perro, el segundo, llamarle solo cuando queremos atarle para irnos a casa. En el primer caso, hacemos que la llamada se convierta en un "bla, bla, bla" porque no paramos de repetirlo y pierde valor para el perro y en el segundo, estamos asociando el ir con nosotros con el fin del juego. Si quieres que tu perro acuda cuando le llames, sé divertido, más que cualquier cosa que haya alrededor, procura llamarle cuando realmente pueda oirte (para crear una señal lo más fiable posible) y felicítale siempre que acuda para de nuevo, dejarle que siga jugando con sus amigos u olisqueando por el campo.
En vez de quejarnos por lo que hace o deja de hacer nuestro perro, analicemos un poco la situación y pensemos qué puede estar pasando, ellos no hacen las cosas para fastidiarnos. No hagáis nunca caso de los consejos de parque, por lo general no hacen más que agravar las situaciones. Y, por supuesto, antes de regañar o empezar a probar diferentes tratamientos, contactad con un profesional, pero con uno que realmente respete la integridad física y mental de vuestro perro.
Por CECP
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